
Seguros de arte, el arte improbable del robo
La mayoría de las veces los ladrones de arte actúan por motivos económicos, pero existen otros ‘móviles’ más curiosos: ‘La Gioconda’, de Leonardo da Vinci, desapareció en 1911 del Museo de Louvre. El robo fue ejecutado por Vicenzo Perruggia. ¿La razón? Devolver el lienzo a Florencia. Todavía más singular es el caso del ‘Retrato del duque de Wellington’, de Goya, que fue ‘secuestrado’ de la National Gallery de Londres por un taxista jubilado para reclamar que gente sin recursos pudiera disfrutar de televisión gratuita.
Otros cuadros han sido objeto de interés para los cacos por partida doble. Dos versiones de ‘El Grito’, la obra emblemática de Edvard Munch, fueron sustraídas en Oslo con diez años de diferencia, en 1994 y 2004. Van Gogh también ha despertado la atención de los amigos de lo ajeno en múltiples ocasiones: en 1991, fueron robados 20 lienzos del artista en Amsterdam, entre ellos ‘Los girasoles’, que horas después se descubrieron en un coche abandonado.
Otros casos sonados
Pero no sólo las instituciones sufren estos duros golpes. De la residencia de la nieta de Picasso, Marina Picasso, ‘volaban’ en 1989 dos cuadros del genial artista: ‘Maya à la poupée’ y ‘Retrato de Jacqueline’. Más cercano en el tiempo es el asalto a la casa de la empresaria Esther Koplowitz y el robo de 19 pinturas firmadas por Goya, Sorolla y Juan Gris.
La mayoría de las obras tarde o temprano son recuperadas. Este no es el caso de las dos piezas robadas del Museo Isabella Stewart Gadner de Boston: ‘Tormenta en el mar de Galilea’ de Rembrandt y ‘El concierto’ de Veermer, que siguen en paradero desconocido más de un cuarto de siglo después del suceso.
La lista es interminable… y dentro de ella está la rocambolesca historia del Códice Calixtino que en 2011 desapareció de la Catedral de Santiago de Compostela. Detrás del robo estuvo el que fuera electricista del templo durante 25 años y su motivo fue la venganza por su despido. Pronto se acabó el misterio.
Seguros de arte
Menos mal que en muchos de los ejemplos anteriores el Seguro estaba detrás. Existen pólizas de seguros de arte específicas para museos, coleccionistas, galerías, etc., que cubren los daños que puedan sufrir las obras de arte, no sólo en caso de robo, sino también por incendio, rotura accidental, daños por agua, etc. La cobertura se extiende al lugar habitual de ubicación pero es posible asegurar el traslado de una obra o colección (por ejemplo, en caso de cesiones o exposiciones itinerantes), cubriendo el trayecto desde su origen hasta su regreso, una modalidad del Seguro de Transportes conocida como ‘clavo a clavo’.
Pero… ¿cuánto cuesta asegurar una obra de arte? En Estamos Seguros te dan una idea y te explican por qué robar una obra de arte es mucho más complicado de lo que parece en las películas. No sólo por los seguros de arte, también porque detrás de una obra no sólo está la vigilancia de las salas con personal de seguridad, también tecnología de última generación. Las probabilidades hablan por sí solas: de cada 10.000 personas que se lo planteen, una podría conseguirlo. Para esa probabilidad entre 10.000, están precisamente los seguros de arte.

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