
5 ciudades que mantienen los accidentes a raya
Nos gustará mucho, poco o nada, pero las ciudades son lugares donde deben convivir peatones y vehículos, una cohabitación que, por lógica, no siempre es agradable. Para que lo sea en la medida de lo posible, lo adecuado es que ambos elementos (coches y personas) no se consideren a la misma altura. O, dicho de otra forma, que puestos a elegir, las ciudades apuesten por anteponer a las personas. Entre otras cosas, o principalmente, porque los coches pueden atropellar y causar así heridos y muertos.
Evitar eso es fundamental y de ahí nacen iniciativas como la que ahora entra en vigor en toda España: la limitación a 20 kilómetros por hora para la conducción en vías de una sola plataforma de calzada y de 30 a las que tienen un carril por cada sentido. Una medida con la que se busca reducir de forma drástica la siniestralidad.
Hay ciudades en España que ya tienen terreno adelantado, que comenzaron a hacer sus deberes hace tiempo. Ahora que se celebra la Semana Europea de la Seguridad Vial, en Seguros RGA repasamos varios ejemplos:
Pontevedra
La localidad gallega, donde viven 83.000 personas, empezó a trabajar en serio en este asunto a principios de este siglo XXI y los números hablan por sí solos: allí no ha habido ningún muerto por accidente de tráfico desde el año 2011. Diez años, se dice pronto.
¿Cómo lo han conseguido? Pues en primer lugar, peatonalizando calles. Hasta 1999, según reconoce su alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, aquello era “un almacén de coches” y el 70% del casco urbano era “de los vehículos a motor”. La política de recuperación de los espacios públicos ha ido avanzando sin prisa pero sin pausa desde entonces y los resultados saltan a la vista.
La segunda medida fue la que ahora se hace obligatoria en toda España: limitar la velocidad a 30 kilómetros por hora. Está más que demostrado que, si un coche tiene que dar un frenazo brusco porque se encuentra de pronto a un peatón en la vía, así recorrerá mucho menos espacio que si circula a más velocidad. Esa medida, entonces pionera, se ha ido acentuando todavía más, hasta el punto de que ahora mismo, en algunas calles de Pontevedra el límite es de 10 km/h.

Mollet del Vallès
Esta población de 51.000 habitantes, en la provincia de Barcelona, supera incluso el registro de Pontevedra puesto que lleva sin registrar un fallecimiento por accidente de tráfico desde 2007.
Su alcalde, Josep Monràs, cuenta que los secretos del éxito son dos. Por un lado, “un sistema de educación viaria en las escuelas acompañado de un programa de sensibilización dirigido a los jóvenes y otro para los más mayores. Ese programa se complementa con una vigilancia policial que se ayuda de cámaras y numerosos controles. Además, la Policía Local “analiza constantemente” puntos conflictivos en cuanto al tráfico para seguir mejorando.
Móstoles
Ciudad de la Comunidad de Madrid con 80.000 habitantes, tuvo en el año 2020 el índice de siniestralidad más bajo de España, sólo del 0,10%, y en los últimos ocho años sólo ha tenido que lamentar una muerte por atropello.
Al igual que los otros núcleos ya citados, Móstoles tiene desde hace años zonas 20 y zonas 30, tanto en el casco histórico como en el área que lo circunda, una creciente red de carriles bicis, paradas de autobús accesibles y adaptadas y, como apoyo esencial a todo lo anterior, una importante labor divulgativa de la Policía Local en los colegios.
Además, le gusta aprender de sus errores. De manera que, cada vez que se produce un accidente de tráfico, se estudian las causas y se elabora un informe de movilidad que permita mejorar la señalización en ese lugar y su entorno.
Elche y Oviedo

Termina el recorrido (que podría ser más amplio, porque lo cierto es que se está mejorando en el conjunto del país) con dos ciudades que tienen en común que sobrepasan los 200.000 habitantes. La localidad alicantina tuvo en el año 2020 un índice de 0,35% de accidentes por cada 100.000 habitantes, lo que la convierte en una de las más seguras no sólo de España sino de Europa, cerca incluso de Estocolmo, el referente por antonomasia.
Elche (230.625 censados) cuenta desde hace ya 45 años con un Parque Infantil de Tráfico, una especie de escuela de educación vial que ha sido varias veces premiada por su función preventiva y en la que participan 18.000 escolares cada año. También estudia y reconstruye cada accidente para determinar causas y tomar medidas.
En cuanto a Oviedo (220.020), su tasa es sólo un poco más elevada, del 0,54%, y entre las medidas que han contribuido a mejorar su situación destaca la creación, hace casi una década, de un anillo de protección de la velocidad reducida que, además de obligar a los coches a ir más despacio, favorece su coexistencia con otros elementos básicos (cada vez más) en el tráfico urbano: las bicicletas. Pero el papel de éstas para hacer las ciudades más habitables y menos polucionadas merece un artículo aparte, así que mejor dejarlo ahí.
¿Conoces otras experiencias similares? Te animamos a compartirla en los comentarios de este post.

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